miércoles, 23 de julio de 2014

Invictus

Más allá de la noche que me cubre,
negra como el abismo insondable,
doy gracias al dios que fuere
por mi alma inconquistable.

En las garras de las circunstancias

no he gemido ni llorado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza sangra, pero está erguida.

Más allá de este lugar de ira y llantos

donde yace el horror de la sombra,
la amenaza de los años
me halla, y me hallará sin temor.

No importa cuán estrecho sea el camino,

ni cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.

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